Con la teoría Blame Avoidance (Tteoría de la Evitación de la Culpa) R. Kent Weaver pretende explicar la dinámica de actuación que, en su día a día, llevan a cabo las complejas organizaciones jerárquicamente organizadas (administraciones públicas, ONG, entidades públicas y privadas, etc.). Tal actividad consiste en un proceso cíclico por el cual un usuario, de un servicio prestado por una organización, se queja de un defecto del mismo al sujeto que lo presta. A su vez este último remite al usuario a dirigirse contra la instancia superior de la organización o a otra instancia de su mismo nivel. Ello con motivo de presentar quejas, reclamaciones y demás opiniones contra el servicio, debido a que se concibe al ente superior o paralelo a él como especialmente facultado para ello.

Sin embargo, dicho proceso vuelve a repetirse con dichos niveles, viéndose éstos a su vez incapacitados para acometer todas las reclamaciones que el usuario realiza sobre el servicio que presta la organización. Toda vez que se continúa con la concepción de que será también su superior u otro órgano de semejante rango, el que está habilitado para responder al usuario. Es decir, es un proceso continuo y redundante en el que órganos inferiores tienden a desviar las solicitudes de sus usuarios, clientes, beneficiarios… a sus entidades jerárquicamente superiores, sin responder a las peticiones de estos sujetos y, por ende, no dan solución a tales problemas. De esta manera, es posible concebir al blame avoidance como un proceso de desviación de responsabilidades de organizaciones y entes administrativos, sociales, económicos y políticos porque se tiende a endosar la culpa a otro sujeto distinto de ellos.

Originariamente dicho fenómeno estaba destinado a aplicarse al ámbito de los políticos y burócratas de las administraciones públicas. No obstante, debido a la versatilidad de los argumentos que se arguyen con dicha teoría, la aplicación de la misma puede extenderse a ámbitos tan variados como el empresarial, el de las organizaciones no gubernamentales, etc.

Los motivos por los que tienen lugar los efectos de dicha teoría son, desde el punto de vista de teóricos expertos en el tema:

• El referente a los costes económicos que se pueden derivar de la implementación de políticas y/o servicios públicos o privados. De tal forma que si se prevé que los beneficios sociales, económicos y políticos arrojados por tales son menores a los costes económicos que se originan con la puesta en práctica de dichos servicios, la prestación de tales servicios es desechada.
• En segundo lugar, se puede apreciar el coste político que se puede originar con la puesta en práctica de una política o prestación. En concreto, si como consecuencia de la aplicación de esta la administración pública, la clase política o la organización prestadora de tales servicios reciban críticas. Las cuales pueden derivar en que éstas no repitan su mandato o no reciban más encargos (medidas impopulares).
• Otro de los motivos a destacar es que el prestador del servicio no tenga intención de responder a las peticiones de los usuarios, como consecuencia de experiencias anteriores que, posteriormente, dimanaron en actuaciones contrarias a tales servicios. Por ende, consideran como más conveniente no proceder en el sentido de aquellas.

Como hemos dicho anteriormente, los políticos se centran más en evitar la culpa y acusaciones  por medidas impopulares, que en buscar el crédito por las medidas populares. Ello es así porque entre los votantes, las pérdidas reales o potenciales tienen mayor eco y memoria que las ganancias o los éxitos.

El papel que juegan los medios de comunicación es muy relevante ya que, en gran medida son los que generan, dan visibilidad y potencian las acusaciones. Los incentivos para evitar la culpa de cualquier acusación o medida negativa o impopular, hacen que los políticos lleven a cabo una serie de estrategias que producen importantes efectos en la política.

El autor R. Kent Weaver divide en ocho estas estrategias:

• En primer lugar, la estrategia de la “limitación del orden del día” (Agenda limitation), por la cual los responsables de la circunscripción política en cuyo ámbito se quiere adoptar la política, deberán prevenir el surgimiento de su culpa como consecuencia del mantenimiento de opciones costosas.
• En segundo lugar, se aprecia la estrategia “redefinir el problema” (Redefine the Issue) en virtud de la cual, para prevenir la culpa, se generarán nuevas políticas cuyo desarrollo dé opciones a que sus pérdidas se difundan u oculten.
• Otra estrategia a destacar es la de “tirar el dinero a la basura” (Throw Good Money After Bad). Con ella se intenta prevenir o retrasar la generación de culpa mediante el suministro de recursos, con el cual se intenta prevenir la pérdida de circunscripciones.
• Como cuarta estrategia se encuentra “pasar la pelota” (Pass the Buck), en virtud de la cual, mediante la puesta en práctica de opciones políticamente costosas, se desvía la culpa hacia otros sujetos (los que la implementan).
• Como quinta estrategia, “encontrar el chivo expiatorio” (Find the Scapegoat) por la cual se desvía la culpa, culpando a los demás.
• Como sexta estrategia el autor destaca la de “seguir la corriente” (Jump on the Bandwagon). Con esta se persigue la desviación de la culpa mediante el apoyo político a una alternativa popular.
• La séptima estrategia expuesta por el autor es la de “la vuelta al carro” (Circle the Wagon), mediante la cual la culpa se difumina al tratar de difundir la política a tantos actores políticos como sea posible.
• Por último, se encuentra la estrategia “detenerme antes que matar de nuevo” (Stop Me Before I Kill Again). Con dicha estrategia se mantiene el crédito, alegando la existencia de oportunidades políticas con la cual evitar la generación de culpas.

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